16.4.09

Demonización, revisionismo y wishful thinking

Atravesamos una época de fuego cruzado, tinta y bytes de opinión, sobre la sentencia de 25 años a Fujimori.

El razonamiento y el análisis del fenómeno del fujimorato se transforma más que nunca en tierra de nadie. Quienes transitan por allí se ven acusados de "caviares" o "geishas" de manera indistinta y reciben fuego graneado de ambos bandos.

Quienes quieren ver a Fujimori como un mártir, niegan o minimizan los claros y conocidos aspectos nefastos de su gobierno y legado.

A su vez, quienes quieren ven a Fujimori como el mayor enemigo de la nación, no dudan en su demonización y en el soslayamiento de hechos sin los cuales es imposible explicar qué Perú existía en 1990 y cuánto cambio de éste en el 2000. Así, en pos de un slogan "justiciero" se crean atajos para ahorrar sinapsis y sucumbe el análisis serio. Peor aún, quien asesina su perspectiva luego pasa a quejarse de no entender a un enorme sector de peruanos y resuelve su problema acusándolos de autocráticos, faltos de autoestima, y otros etcéteras.

Sobre las anteojeras del primer bando existe una sobreoferta de crítica en la blogósfera y la prensa. Sobre las de los segundos, un déficit y por lo tanto un punto a tratar.

Estas anteojeras obedecen a sus propias leyes:

Ley de la demonización: La madre de todas las demás es la demonización del enemigo como herramienta que facilita la flojera intelectual. No hay nada mejor para la conciencia maniqueísta y nada peor para el análisis que subestimar los logros de los que ha sido capaz el rival, así como atribuírle características de mal caricaturesco que a la larga son contraproducentes como argumento, como en el caso de Fujimori las supuestas torturas a su esposa o que se llevó lingotes de oro en el avión a Brunei, entre otras perlas que solo consigue mezclar papas con camotes.

Pensar que un autócrata y cómplice de Montesinos, que un personaje devorado por la enfermedad del poder también fue el responsable político de una mejora económica sustancial e innegable partiendo de un desastre económico, de una victoria sobre un movimiento terrorista como SL reduciéndolo a casi cero y a un costo en vidas visiblemente mucho menor que en los gobiernos más institucionales y democráticos, de la llegada del Estado a regiones rurales abandonadas por siglos, o de un tratado de paz definitivo con el endémico conflicto con Ecuador, pensar en eso puede ocasionar un corto circuito y para evitarlo se usa lo siguiente:

Ley del revisionismo histórico. Con esta óptica se reduce por ejemplo:

La complejidad de la derrota de SL a que Fujimori andaba de pesca mientras el GEIN capturaba a Abimael Guzmán, y que éste solo hecho bastó para derrotar al terrorismo.

La recuperación económica y viabilidad de país de 1990 al 2000 a una anécdota casi sin importancia, cuando no, la trágica victoria del neoliberalismo contra el sistema anteriormente imperante.

La infraestructura construída en el interior del país a mero populismo.

El tratado de paz con el Ecuador a la cesión mancilladora de un sagrado kilómetro cuadrado de nuestro territorio nacional.

Reducciones fáciles de convertirse en slogans, peligrosamente ideales para el autolavado de cerebro que deja un Fujimori listo para ser villano de caricatura antes que el responsable de un período histórico lleno de incómodas contradicciones.

Ley del wishful thinking. Que nace como reacción a las realidades incómodas.

Porque la historia del Perú tiene la desagradable costumbre de contradecir lo que nuestra formación académica occidental consideraría deseable.

Porque en el siglo XX los pocos gobiernos democráticos en Perú tuvieron un desempeño mediocre en el mejor de los casos y desastroso si nos referimos explícitamente al gobierno de Alan García entre el 85-90.

Porque los dos grandes pensadores peruanos del siglo que estudiamos desde la escuela, Haya y Mariátegui, fueron los inspiradores de los dos partidos que estelarizaron los peores capítulos de nuestro siglo XX: el APRA en ese carnaval surrealista de ineptitud y corrupción que fue el 85-90, y el PCP-SL, uno de los hijos en línea directa del PCP de Mariátegui.

Porque, he aquí al rinoceronte en la sala que nadie quisiera ver, los tres gobiernos responsables de las reformas más importantes del país en el siglo pasado estuvieron a cargo de dos autócratas, Leguía y Fujimori y, sobre todo, de un dictador militar de izquierda, Velasco Alvarado, quien, paradójicamente, tuvo que dar un golpe a un gobierno democráticamente elegido para liberar a un enorme sector de la población oprimida por siglos.

Es para lamentarse que las cosas no hayan salido de la manera que querríamos, que carezcamos de paradigmas democráticos de peso, pero no es motivo para negar lo sucedido. Es nuestro pasado: más vale aprender de él a pretender que no existió si no queremos ver aparecer otros autócratas en el futuro.

Igualmente, más vale estar prevenido y atenerse a los claroscuros del fujimorato antes que inventar un cuento de lo que hubiéramos querido que fuera. Porque del autoengaño nace el error. Y de nuestro próximo error nacerá un gobernante peor de lo que nos imaginamos.

¿Un análisis justo? ¿Para qué?

No se debe tener temor a la verdad y a poner los pies en la tierra, pues a pesar de reconocer sus logros, "la inocencia de Fujimori" seguirá siendo un oxímoron.

Aunque yo también piense que la sentencia sea cuestionable en muchos aspectos, en un balance final es provechoso para el país ver condenado severamente a un gobernante que ha incurrido en otras faltas graves. A la vez, nada lo exculpa de haber candidateado ignominiosamente al Senado japonés, de ser el responsable político de un innecesario grupo Colina, de ser cómplice y encubridor de Montesinos, de temer a su asesor con una cobardía que lo llevó a esa increíble renuncia por fax, o de haber vulnerado las instituciones creadas por su propia Constitución en pos de la reeelección.

Nada lo exculpa de ser un mal ejemplo en muchos sentidos, por lo que merece recibir un castigo público e histórico igualmente ejemplar, aunque llegue por una vía con baches.

Pero si esto viene acompañado de demonización, revisionismo histórico, o wishful thinking, no servirá de nada, no aprenderemos nada y repetiremos la historia. Será darle leña al fuego que queremos combatir, cuando lo que se necesita es un chorro de agua, de fría realidad.

Y perderemos la perspectiva que la democracia peruana necesita para no volver a ser interrumpida por autócratas con soluciones basadas en el abuso del poder.

BONUS BLOGOSFÉRICO

Un par de leyes menores:

Ley de Bush Jr. "O estás conmigo o contra mí". Todos los periodistas que cuestionen la sentencia son "geishas" y quienes cuestionan a Fujimori "caviares". Quienes manifiestan sus dudas sobre ella resultan criptofujimoristas con la misma lógica de la otra trinchera donde la sentencia del tribunal o la CVR es criptoterrorista. Todos así revelan "su naturaleza" y el mundo se divide cómodamente en dos.

Ley de Godwin o las comparaciones con Hitler y Abimael. De quienes desean trasponer la lógica con la que se juzgaron los crímenes nazis, o para quienes, secreta o abiertamente, entran en orgasmo con la idea de Fujimori en la misma celda del líder de SL.

10.4.09

La película de Semana Santa

Viernes Santo. Nada mejor que un texto sagrado en pantalla.



Om.

7.4.09

Machu Picchu Post



Es hermoso comprobar cómo se puede alucinar con el Perú. Este corto animado presentado en el festival de Supinfocom Arles lo demuestra tanto como el corto soviético-mochica que les mostré el año pasado.

Golosina visual llegada a mis manos a través del twitter del buen Inti (Esquizopedia).

Si lo está: Fujimori condenado y consecuencias

Le cayeron 25 años de cárcel a Alberto Fujimori, ex-presidente del Perú, en el caso más endeble, que se basaba en la autoría mediata de los crímenes de La Cantuta y Barrios Altos y los secuestros de Gorriti y Dyer.

Jurídicamente es una sentencia muy discutible, aunque moralmente sea un ejemplo de "karma político" por otros delitos cometidos, sobre todo el encubrimiento de muchos crímenes cometidos por el Estado en los 90s y la venenosa complicidad de Fujimori con Vladimiro Montesinos. El proceso y la sentencia dejó un sabor de no ser una condena sobre el caso, sino un juicio a la década del fujimorato en conjunto. Una vez más, jurídicamente no se escapa a parecer la cuadratura del círculo, pero moralmente no se podía esperar una absolución.

Ya suena a cliché pero no deja de ser cierto que es un momento histórico que deja muchas consecuencias derivadas:

1. ¿Está comprobado que el Perú acaba de escribir un importante capítulo en la jurisprudencia del Derecho Internacional Humanitario?

Si lo está.

2. ¿Está comprobado que juzgando y condenando a 25 años a un presidente que a pesar de haber tenido grandes logros, incurrió en complicidades criminales, el Perú, (aunque sea por unos patrióticos segundos) se ubica a la vanguardia de los demás países del mundo en materia jurídica al procesarlo en su propio territorio?

Si lo está.

3. ¿Está comprobado que esta sentencia es, a pesar de su justicia o su injusticia, un precedente clave para poner cotos a los abusos del poder y reducir el rango de los "intocables" por su rango o cargo ejercido?

Si lo está.

4. ¿Está comprobado que este es el golpe de gracia a la mutante teoría de la alianza "apro-fujimorista" y que Tanaka tenía razón (aunque yo lo dijera primero, doc)?

Si lo está.

5. ¿Está comprobado que imponer esos 25 años de sentencia en un tema relacionado al mayor logro político de Fujimori (la derrota de SL y el MRTA) le suma puntos de "mártir" y "preso político" a la causa fujimorista y ayuda a la candidatura de Keiko Fujimori?

Si lo está.

Y ahora, presidentes (y ex-presidentes) del mundo, gracias al Perú, todos están a tiro con la autoría mediata.

Que tiemble el poder, aunque sea por una sentencia cuestionable, es bueno.

1.4.09

Buscando la Memoria para un Museo

En un sorprendente giro positivo de la situación, la controversia sobre el Museo de la Memoria parece acercarse a una solución que anima tanto a sus más entusiastas promotores, como a quienes como yo, temían que dicho proyecto fuera copado por el mismo sector político que controló y limitó la naturaleza de la CVR en la coyuntura del final del gobierno de Fujimori.

Si bien sigo guardando razonables dudas tanto por la prontitud de la elaboración de un balance al que podamos llamar "Memoria" o por la circunstancia poco estratégica donde el actor más nefasto del conflicto interno sobre el cual ésta se construye, Sendero Luminoso, sobrevive aún en el país, quiero guardar una esperanza en el nombramiento de Mario Vargas Llosa como cabeza de la comisión encargada del Museo. En lo personal no comulgo con muchas de sus ideas políticas, pero tiene el mérito de ser un intelectual sincero y de mucho más consenso para estas precisas circunstancias.

El equipo convocado también me parece óptimo pero que aún espera estar completo. La presencia de Salomón Lerner y Enrique Bernales me parece necesaria, pues para la conceptualización del museo es imprescindible hacer uso de las investigaciones de la CVR, esperemos que en su justa medida y no en el pedestal de libro definitivo con la que algunos intelectuales dogmáticos con tufo bíblico suelen citarla. Por otro lado el primo de MVLL, Frederick Cooper Llosa, es por encima de ello un buen arquitecto convocado para no perder la dimensión física del proyecto, mientras que el nombre de Fernando De Szyslo solo puede inspirarnos confianza en el criterio estético (y también ético) que puede imperar.

La presencia de Luis Bambarén me parece de más. Este cuestionable sacerdote es a la izquierda lo que el cardenal Cipriani es a la derecha, y con el primado de la Iglesia peruana comparten algunas virtudes en su historial, pero también terribles defectos tan similares, que casi se podría decir que son gemelos de los dos lados de un espejo. Si viviera Hubert Lansiers me parecería un componente perfecto, pero con su desaparición no se me ocurre a nadie de la Iglesia Católica idóneo para este trabajo, y tampoco me parece que sea necesario que ésta sea urgentemente representada.

¿Veremos algún representante de las Fuerzas Armadas y Policiales? ¿O alguien que hable por esos otros combatientes olvidados que fueron los ronderos? ¿Un representante de AP, uno del APRA y uno del fujimorismo para compensar la fuerte carga política izquierdista de Enrique Bernales? Esas son las dudas por las que aún no puedo poner al fuego mis manos por la nueva comisión a cargo de Vargas Llosa, en quien sin embargo confío que podrá lograr un resultado menos controversial que la comisión de investigación sobre la matanza de Uchuraccay en inicios de los 80's. Solo queda esperar.

¿Encontraremos la Memoria que buscamos para este museo? Bueno, no hay respuestas, pero sí indicios para comenzar. En lo que concierne a nuestra claustrofóbica pero interesante blogósfera, un intercambio de ideas clave fue el iniciado por Carlos Meléndez, el Jorobado de Notre Dame, con el valor añadido de remover la calma chicha que algunos asumían en cómodos consensos dentro de la burbuja blogosférica y generar un debate que se mantuvo calmado lo que dura el suspiro de un ruiseñor.

Si bien su discurso giró nuclearmente en torno a la apropiación de la Memoria por el grupillo de siempre de izquierda minoritaria (Mi Memoria no es la tuya, como el título lo indicaba), al señalar que el sentimiento nacional mayoritario divergía de los que ese sector asume como "verdades definitivas", se le cuestionó por incurrir en una falacia ad populum. Pero esgrimir esto es lo mismo que usar un ariete contra una pared de esponja, porque hay construcciones, tanto como las de un sistema democrático, o con más razón, de un monumento público o un museo histórico, que consagran un consenso mayoritario o casi total de una comunidad.

O sea, ad populum.

Los únicos museos que consagran una verdad nueva y ajena a una población se dan donde ésta se mantuvo oculta al existir un orden político consensualmente criminal y que es considerada como la facción más nefasta de un conflicto, como la Alemania nazi, la China y Corea ocupadas por Japón, la Camboya del Khmer Rouge. En el caso peruano, ni las atrocidades del Estado se pueden equiparar imparcialmente a las del proyecto desafiante, ni el actor estatal fue la opción más nefasta, así como tampoco ni en el gobierno de AP o el APRA, incluso en los momentos con mayor grado de control mediático del fujimorismo, se llegó al extremo de impedir que cualquier crimen estatal descubierto por la prensa saliera a la luz.

Teniendo esto en cuenta, creo que no caer en el monopolio de la Memoria y procurar pluralizar su elaboración es un primer reto de la comisión de MVLL.

Otro factor a tener en cuenta tiene que ver con la acogida del proyecto, relacionado justamente con lo ad populum, es decir, confeccionarlo con juicio sin subestimar la memoria de la mayoría, que considera, con justa razón, el fin del conflicto armado como la victoria de un bando comparativamente beneficioso, antes que el triunfo de un actor que daba igual que el otro. La historía del Perú, tan aficionada en revolcarse en la autocompasión de las derrotas y las tragedias, necesita con urgencia hitos positivos como la derrota de SL y el MRTA,

Si nos centramos solo en lo nefasto inherente a cualquier conflicto armado y no se le da igual peso conceptual a la importancia a la naturaleza de los actores (que no se compensa por mencionarlo de refilón y fuera de órbita) se empuja por omisión, tanto al Estado como a las fuerzas subversivas, al mismo nivel.

Y eso es lo último que necesitaríamos establecer como Memoria.