20.9.12

Dragones de Oriente (1) Senkaku en 7 pasos


Las tres economías más grandes del mundo son las de Estados Unidos, China y Japón, en ese orden. Dos de ellas han entrado en una escalada de amenazas de conflicto armado, y eso es cualquier cosa menos una noticia de segundo orden, como lo parecen tomar los medios occidentales. En un escenario de declive económico europeo, los Estados Unidos al borde del agotamiento por sus guerras y crisis financieras, Israel apuntando su arsenal a Irán y la incertidumbre de las nuevas configuraciones del mundo árabe, que China y Japón comiencen un conflicto armado por el control de las islas Senkaku sería como la caída de un meteoro después de un terremoto.

1. El escenario. 
Las Senkaku aparentan ser un minúsculo archipiélago de ocho formaciones rocosas, la mayor de las cuales solo tiene un área de 4 km2. Pero su ubicación y recursos son estratégicos. Se encuentran en la intersección marítima  entre Okinawa (Japón), China y Taiwán.  Su posesión es la llave de una zona exclusiva económica (ZEE) enorme sobre un área de gran riqueza pesquera y con yacimientos de petróleo en exploración. Por añadidura, el área marítima adyacente a las Senkaku es la única posibilidad de China para evitar quedarse "encerrada" en el cerco de las ZEE de los países adyacentes como Filipinas y el mismo Japón.

2. Cambio de manos. 
Las Senkaku pertenecían al Imperio Manchú de China. Pero entre 1894-95 perdió una guerra con el, en ese entonces, ascendente poder militar japonés. Japón se quedó con Taiwán junto con las islas Senkaku. La Segunda Guerra Mundial liberó Taiwán del poder japonés pero, esto es muy importante, las Senkaku como posesión japonesa pasaron a control militar norteamericano junto con Okinawa. Los EEUU devolvieron a Japón ambas posesiones como un conjunto en 1971. El mismo año  la República Popular China y Taiwan comenzaron a reclamar la soberanía de las Senkaku, en tanto ex-posesión manchú. Actualmente siguen en poder japonés.

3. Revancha y nacionalismo.
China, después de la Segunda Guerra, no recuperó todos los territorios que había perdido, a diferencia de la URSS y EEUU que además ganaron nuevas posiciones y territorios a costa de Japón. Entre los territorios que nunca recuperó China están las Senkaku. Y en Japón, después de sufrir grandes pérdidas después de su derrota en 1945, la opinión generalizada está opuesta a cualquier cesión territorial en el futuro. Añadamos fuertes rencores históricos y todo se complica. El odio a Japón es un factor presente y visible en la población china de todos los estratos, y lo único que varía es la intensidad. El origen del sentimiento antinipón es el atroz comportamiento de las tropas japonesas en su invasión a China durante toda la primera mitad del siglo XX, que llegó a episodios de crueldad equiparables a las de los nazis.  A la par existe una creciente corriente nacionalista japonesa, que reinvindica muchos aspectos del estado totalitario que fue derrotado en la Segunda Guerra, con un fuerte componente belicista y una ascendente influencia en la política japonesa. Ejemplo de ello es Shintaro Ishikawa, ultraconservador, negacionista del holocausto chino a manos niponas, y a la vez gobernador de Tokyo.

4. ¿Porqué ahora un conflicto en las Senkaku?
La disputa por las islas ha estado presente desde los 70s y ha generado diversos incidentes, como ocupaciones temporales de grupos nacionalistas de ambos países junto a sus respectivos desalojos. Si hasta ahora no había generado una escalada seria como la que está sucediendo es principalmente porque el poderío de los actores ha cambiado. 

En los 70s China, aunque ya potencia nuclear, se encontraba en una posición económica y militar poco propicia para plantear un desafío serio al Japón que se encontraba bajo el poderoso paraguas norteamericano. Y estratégicamente el mayor temor de China no eran los EEUU sino la URSS, con quien compartían una larga frontera y una furibunda rivalidad ideológica intra-marxista. Pero en la segunda década del s.XXI en el lugar de la URSS está la Rusia de Putin, que tiene una relación de colaboración pragmática con el gobierno chino. A su vez, el poderoso aliado norteamericano de Japón se ha debilitado tras una crisis económica y dos guerras pantanosas en muchos sentidos. El mismo Japón ya no es la economía que conquistaba los cielos durante los 70s y 80s, posición que ahora tiene China. El apogeo económico chino y la conciencia de que su gigantesca dimensión demográfica y territorial ha comenzado a dar frutos han elevado, con razones, el orgullo nacional . China se siente no solo capaz de desafiar a Japón, sino que se considera en el derecho de ejercer su nueva hegemonía en los linderos inmediatos de su ente político, además de exorcizar las pasadas vejaciones japonesas que dejaron grandes cicatrices en su imaginario colectivo.

5. Posibilidades del conflicto
Dejemos en claro que el conflicto armado no es inminente, pero las posibilidades de que suceda se han elevado creando un nuevo escenario de tensión mundial, como si no hiciera falta más incertidumbre al precario escenario actual. La compra de las Senkaku el pasado 11 de Setiembre, pasando de manos privadas japonesas al Estado (idea del mencionado ultraconservador Ishikawa), ha exacerbado a la opinión pública china, que sigue presionando para que sus gobernantes demuestren la fuerza del nuevo poderío de su país. Aún así, mientras el ánimo belicista de sus poblaciones no crezca a niveles incontrolables, los cuadros de los gobiernos japonés y chino cuentan con la preparación suficiente para saber que deben evitar a toda costa el conflicto. La diplomacia norteamericana también se encuentra en una posición donde le tiene que buscar la mediación para no verse arrastrado a las armas ante un rival que no es ni Iraq ni Afganistán. A esto se añade la coyuntura electoral de ese país en la que Romney, con ya pocas posibilidades, pasaría a la iniciativa por su discurso abiertamente anti-chino, en caso de desencadenarse un conflicto. Finalmente, la interdependencia económica tanto sino-americana como sino-japonesa es el gran almohadón que puede amortiguar un avance en los hechos de la escalada de gestos hostiles 

6. El peor escenario
Una escalada de amenazas tiene el problema de crear situaciones donde retroceder tiene un costo político cada vez más elevado para sus líderes, sobre todo si los rivales que se enseñan mutuamente los dientes se consideran simultáneamente con posibilidades de victoria. El indeseable escenario de un conflicto no puede descartarse alegremente. La ubicación de las Senkaku es apta para un conflicto marítimo de alcance limitado, y eso constituye un último recurso aceptable para los líderes políticos a cargo. Si el poderío naval de los EEUU no interviene activamente, las fuerzas marítimas de ambos contendientes tienen un nivel equiparable, con una ventaja para China en número de navíos, y la ventaja para Japón por su posición defensiva de las Senkaku y cierto edge tecnológico y de preparación que aún mantiene sobre China, aunque menor que hace 30 años. La intervención activa de la marina de los EEUU en el caso más extremo ampliaría el teatro de la guerra a toda la extensa costa china, pero tanto China como EEUU no llegarían a hacer el uso de sus armas nucleares por la posesión de las Senkaku. Pero existe, además, las nuevas posibilidades de una ciberguerra, cuyas consecuencias aún solo pertenecen a la especulación teórica.

7. Consecuencias
El conflicto interrumpiría el funcionamiento del actual motor económico del mundo, ubicado en Asia, junto con muchas rutas marítimas vitales del sistema Asia-Pacífico. Pero para ponerlo en palabras llanas: si el aleteo de una mariposa puede provocar un huracán al otro lado del globo, que dos mastodontes económicos como China y Japón comiencen a darse de embestidas acabaría por hacer perder el equilibrio a los trapecistas de la Unión Europea y con ellos al resto del mundo, que también hace malabares para sortear la crisis actual. El decrecimiento económico se prolongaría más allá de los estimados actuales, junto con odiosos pretextos de más medidas de austeridad, que afectarían el bienestar de gran parte de la población mundial casi por una generación. En cuanto al resultado, aunque militarmente se decante a favor de Japón si interviene EEUU y sea incierto sin él, hay una cosa segura: 
las consecuencias del enfrentamiento de actores de este tamaño cambiarán con violencia el statu quo del mundo y terminaría el período más largo de paz entre grandes actores, desde 1945.

La posibilidad de un enfrentamiento bélico entre las tres primeras economías mundiales no es algo que merezca un lugar de segundo orden en la prensa occidental. Esperemos que solo quede en posibilidad, y cada vez más menguante.